En una serie de eventos que han dejado perpleja a la opinión pública, Josué Ramírez Oliveros, ciudadano venezolano de 28 años, ha vuelto a la escena policial, esta vez como uno de los principales sospechosos del crimen del teniente de Carabineros, Emmanuel Sánchez. La historia se remonta al 30 de enero, cuando Ramírez Oliveros fue detenido por receptación de un automóvil robado tras una persecución policial en Cerrillos.
Los detalles de aquella noche revelan que una patrulla de Carabineros intentó fiscalizar a Ramírez Oliveros en un Kia Río rojo. Sin embargo, este optó por evadir la detención, desencadenando una persecución que terminó con su captura. A pesar de ser formalizado por receptación, la fiscalía decidió aplicar la suspensión condicional del procedimiento, permitiéndole quedar en libertad.
La situación tomó un giro trágico cuando Ramírez Oliveros fue nuevamente detenido este jueves en relación con el homicidio del teniente Sánchez. El oficial fue herido de bala mientras perseguía a un delincuente en Quinta Normal, y posteriormente falleció. Ramírez Oliveros, junto con otros ciudadanos venezolanos, fue interceptado por Carabineros en un Honda Accord en la comuna de San Bernardo, siendo identificado como el conductor del vehículo.
La pregunta que surge es ¿cómo un individuo previamente detenido y formalizado por un delito pudo estar en libertad para supuestamente cometer un crimen tan grave? La respuesta radica en la decisión de la fiscalía de optar por la suspensión condicional del procedimiento, una medida destinada a descongestionar el sistema judicial. Aunque se le había dado un plazo para investigar el caso, Ramírez Oliveros quedó en libertad, sin embargo, ahora enfrenta cargos mucho más serios.
