Porto Alegre, la próspera capital del estado brasileño de Rio Grande del Sur, ha sido históricamente un destino preferido por los turistas argentinos en busca de una escapada tranquila. Sin embargo, el encanto de la ciudad se ha visto abruptamente oscurecido por las aguas desbordadas que han sumido a la región en lo que se considera la peor catástrofe climática en años. Con un saldo trágico que asciende a 75 víctimas fatales y 88.000 personas desplazadas, las inundaciones han dejado un rastro devastador en su paso.
Entre los afectados por esta desoladora situación se encuentran Juan Ignacio y su pareja Maira, dos argentinos que viajaron al sur de Brasil por motivos laborales y para disfrutar de unos días en Porto Alegre. Sin embargo, las intempestivas lluvias arruinaron sus planes, dejándolos sin hogar y en busca desesperada de refugio frente a las inundaciones sin precedentes.
“Es desgarrador. Hay personas que lo han perdido todo. No hay refugio disponible. Los albergues están colmados, y la gente deambula por las calles sin rumbo, mientras el agua sigue creciendo a medida que los ríos se desbordan”, relató Juan Ignacio, de 27 años, en un mensaje de audio compartido con los medios.
Pasaron una noche angustiante en una estación de servicio, intentando dormir en turnos mientras buscaban desesperadamente un lugar seguro. Aunque la plaza que habían identificado como refugio estaba inundada, tuvieron la suerte de encontrar un grupo de asistencia que les proporcionó algo de comida para subsistir.
En medio del caos, la solidaridad se hizo presente. Una pareja mayor del vecindario, a pesar de haber perdido su propio hogar en las inundaciones, ofreció generosamente a Juan Ignacio y Maira un refugio temporal en el departamento de su hija.
Aunque ahora se encuentran en un lugar seguro, la preocupación persiste debido al empeoramiento de la situación. El nivel del río Guaíba, que atraviesa la ciudad, ha alcanzado cifras históricas, superando registros de inundaciones anteriores.
El suministro de agua ha sido interrumpido en gran parte de Porto Alegre, afectando a casi el 70% de sus habitantes y sumergiendo localidades enteras en la región metropolitana.
Desde instituciones educativas hasta centros penitenciarios, la infraestructura de la ciudad se ha visto severamente dañada. Ante esta crisis, el ejército se ha movilizado para establecer hospitales de campaña y ayudar en las tareas de rescate y atención médica, en un esfuerzo por enfrentar una situación sin precedentes en la historia reciente de la ciudad.
